Airbnb

Hace poco más de dos semanas que participé en un debate sobre "airbnb" en la Universidad Europea de Madrid. A unos compañeros les tocó estar a favor y otros, como es evidente, en el bando contrario.    A mi me colocaron en el bando objetor, simplemente porque siguieron un orden de lista y no porque me encanten los hoteles y estaba en un master de Dirección y Gestión Hotelera Internacional, como el resto de los contendientes. Sinceramente, nunca había probado este nuevo tipo de alojamiento, aunque estuve a punto de hacer una reserva en un viaje que emprendía esa misma semana a Suiza, pero al echar un vistazo a los apartamentos que ofertaban, no me transmitió confianza y una vez más me decanté por los hoteles. 

Como todo ser humano, siempre tenemos unas ideas preconcebidas ante aquello que no hemos probado o personas que no conocemos. Simplemente opinamos por lo que vemos, nos han contado o hemos leído. En el caso que nos ocupa, yo estaba totalmente en contra de la empresa "airbnb". Pero por otro lado siempre he pensado que no se debería hablar con absoluta certeza hasta que lo hayas probado, experimentado o conocido. Y hace unos 10 días que 3 compañeros y yo nos arriesgamos a reservar habitación en esta nueva web, pero solo por el hecho de que vivir en Suiza para un españolito es inmensamente caro, nos sablean por todos los lados. ¡Cualquier día nos cobran hasta por respirara y salir a la calle! Queríamos conocer la Selva Negra y pasar al norte de Austria. Así que una vez que establecimos nuestro calendario de visitas por los países germanoparlantes, reservamos en tres sitios distintos del sur de Alemania. ¡Menuda aventura!Eso no lo puedo negar.

Nos gastamos poquísimo en los alojamientos, pero las sorpresas estaban por llegar, empezando por el primer día....madre mía, donde nos habíamos metido. Mis compañeros que no hablan alemán, habían bautizado a nuestro primer casero: "Van Gardem" y ni idea de donde sacaron este nombre. estaba ubicado en la selva Negra "profunda" como dijo uno de los chicos que me acompañaba en el viaje. Cuando llegamos nos reímos al ver el sitio por no llorar, aunque aún nos faltaba por ver nuestros aposentos. ¡Señor!estuvimos a punto de salir corriendo. 

Mi habitación
Suelo de mi habitación
El hombre aquél no sabíamos si tanto él como su familia tenían el síndrome de Diógenes o que simplemente no estaban en su vocabulario las palabras: orden y limpieza. Ninguno nos atrevimos a sacar una foto del salón, porque ya asustaba. Para colmo, mis compañeros no hacían más que hablar de películas de terror, así que pueden imaginarse como estaba el ambiente, y más cuando en la otra habitación que nos habían alquilado vimos lo siguiente:
Decoración en la otra habitación

Menudo susto nos llevamos los cuatro y uno de los chicos que le tocaba dormir en ella, se quedó blanco. Tapó los muñecos para no verlos en toda la noche. El pobre hombre, entre los muñecos y que era alérgico a los gatos y que  había dos danzando a sus anchas por toda la casa, y en especial por nuestras habitaciones estaba agobiado. Todos teníamos los pelos de punta.
Nuestro wáter




Pero es que aún nos faltaba por ver lo que nos deparaba el baño. Cierto es que llegamos antes de lo que le habíamos dicho al hombre, puesto que él no contaba con que nos presentaríamos hasta la noche y llegamos por la tarde. Así que nos dijo que esperaremos unos minutos que tenía que limpiar el baño. 
Nuestra ducha


Después de que supuestamente lo saneó, nos encontramos con lo que ustedes ven en las fotos. ¿Sabrá lo que es la lejía, amoníaco o cualquier otro desinfectante? Está claro que habíamos elegido el lugar idóneo para pillar cualquier tipo de enfermedad.
Uno de nuestros lavabos
Y yo sin chanclas ni nada para aislar mis pies de que aquella ducha. 


No obstante no todo era malo, el hombre que también daba miedo por su inmenso tamaño, era muy amable y educado. Ya antes de llegar, nos informó de sitios interesantes que podíamos visitar, e incluso cuando nos recibió, nos acompañó con su coche por el pueblo para decirnos sitios donde comprar o cenar. Y por la mañana nos ofreció café, el cual declinamos, puesto que ninguno había pasado buena noche, en especial, el chico alérgico que tenía que dormir con la especie de "brujos" que tenía en su habitación. Queríamos salir corriendo de aquella casa, y miedo nos daba saber cuan limpia estaba la cafetera después de lo que habíamos experimentado. Si hasta otro de los chicos, le dio tanto asco, que utilizo mi manta del coche para no tocar las sábanas de la cama. Historias para no dormir que lo podríamos llamar.Y eso que había buenos comentarios del hombre en la web de airbnb, porque si aciertan a ser malos, le hubieran cerrado el garito hacía tiempo.

Cuando salimos de allí, pensamos que nuestro siguiente alojamiento no podría ser peor que lo que habíamos visto y vivido.  Pusimos rumbo a Múnich, que por las fotos y los comentarios tenían buenas pintas o al menos, mejor que el que habíamos tenido o eso esperábamos. 

Llegamos al anochecer a nuestra siguiente casa sorpresa. Nos recibió la mujer y sus dos hijas, parecían amables y un lugar limpio. Tuvimos que dejar nuestro calzado a la entrada, como es costumbre en algunos países europeos, y descalzos nos enseñó nuestra habitación, el baño y la cocina. Se veía limpio y ordenado. Nos había dejado información turística de la ciudad, mapa del metro, agua y unos bombones de bienvenida.  A mi compañero alérgico, le perseguía la mala suerte, porque un lindo gatito asomó su morrillo para saludarlo. El resto nos partíamos de risa viendo su cara de susto en la cara. Dormimos los 4 en una habitación, dos en una cama y los otros dos teníamos dos colchones en el suelo. Un poco incómodo para moverse los 4 por la habitación, pero estaba limpio y ordenado. Como tenían dos niñas pequeñas, el ruido que podríamos organizar o los horarios de utilización del baño estaban condicionados por el horario de las niñas. Dormimos mejor que la noche anterior, pero el suelo seguía sin ser el mejor sitio para descansar después de las caminatas diarias que  estábamos realizando. Por la mañana incluso nos hicieron el café, que solo tomó uno de nosotros porque el resto éramos anti-café. Pero agradecimos el gesto.

Nos esperaba nuestro última "casa", que se encontraba en un pueblo de Baviera, a unos 20km de la hermosa Salzburgo. Nos topamos con el ciclón "Klaus", deparándonos varias sorpresas en el camino como accidentes y enormes árboles que se habían caído sobre la carretera. Deambulamos por senderos muy bonitos de día, porque de noche daba miedo, entre la oscuridad, el viento, el bosque,...pero arribamos a nuestro último alojamiento de este viaje que habíamos emprendido 3 días antes. 
Otra de las habitaciones

Una de las habitaciones
En la puerta nos esperaba la anfitriona, amable y sonriente.
Entramos y nos descalzamos. Los 4 sonreímos al ver que por fin estábamos en un auténtico hogar. Una casa acogedora, caliente, limpia y ordenada, con muy gusto en la decoración. Y aún nos faltaba por ver las habitaciones.... y por lo que ustedes verán, nosotros abrimos los ojos de una cuarta. Por fin estábamos en el paraíso campestre bávaro. Unas habitaciones muy espaciosas, con un gran ventanal y una preciosa terraza en la habitación azul, que por supuesto yo me pedí. Con agua de bienvenida, y unos folletos informativos de cosas que visitar en la comarca. Así como la clave de wifi y otras normas de la casa. Al igual que en los dos alojamientos anteriores, nos había dejado toallas. Cogimos lo que habíamos comprado para cenar y bajamos a comerlo a la cocina, allí nos tenía preparado un sabroso bizcocho de chocolate.  La encantadora señora se quedó hablando un rato con nosotros. Después de cenar, nos retiramos a dormir porque estábamos agotados.
Nuestro baño
Los 4 dormimos como lirones, sino fuera porque habíamos puesto el despertador muy temprano para poder aprovechar el día con unas visitas muy interesantes al "Nido del águila" de Hitler y al castillo versallesco de "Herremchiemsee" que nos había aconsejado nuestra hospedadora. Nos despertamos
Nuestro desayuno
tan felices, después de las penurias que habíamos pasado, que le preguntamos a la dueña si era posible que nos quedáramos otra noche más, nos dijo que sí y felices que emprendimos nuestra penúltima jornada de vacaciones de Semana Santa. Cuando bajamos a desayunar nos esperaba un suculento desayuno que devoramos con ansia. 

Nota de despedida 
Cuando llegamos al atardecer a la vivienda, la amable alemana me tenía un regalo para mí. Era un conejo de pascua de bizcocho que me había hecho. Mi cara de sorpresa fue mayúscula, como la de mis compañeros, pero ellos decían: "y a nosotros ¿qué? ¿no hay nada para nosotros?, lo decían en broma, porque el bizcocho lo compartí con ellos. A la mañana siguiente nos esperaba otro fabuloso desayuno y con una notita de la propietaria. Al leerla, nos dimos cuenta de que ella y el marido aún dormían cuando nosotros ya estábamos en pie desde hacía un rato, y nos percatamos que habríamos podido despertarlos porque los 4 tenemos un timbre de voz alto. Mientras desayunábamos, ambos hicieron acto de presencia, con lo que pudimos despedirnos de ellos y darles las gracias por su gentileza. Era un matrimonio con 5 hijos, ya mayores, que se veía que no tenían problemas económicos, sino todo lo contrario.

Conclusión de esta aventura: airbnb es una manera de que los anfitriones obtengan un dinero extra sin declarar a Hacienda, que no ofrece ninguna seguridad al cliente y que se pierde la intimidad tanto del dueño como del cliente. Visto lo visto, airbnb debería hacer un control de los alojamientos que ofrece para que sus clientes no se encuentren las terroríficas sorpresas que nosotros sufrimos, ya que quedó  claro, que los comentarios de otros huéspedes no son de fiar.

Por las noticias que he tenido ayer desde España, la querida "Hacienda" está reforzando su personal de cara a este verano para pillar infraganti a los alquileres ilegales.

Disfrute del día, sea feliz y honrado.



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